La era de procrastinación, de medidas a medias, de expedientes calmantes y desconcertantes, de retraso, está llegando a su fin. En su lugar, estamos entrando en un periodo de consecuencias.”

Winston Churchill, primer ministro británico.

A comienzos de este mes de mayo de 2022 el Presidente presentó el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC), 16 medidas que se coordinarán con el fin de tener un control de precios de una canasta básica. Con el PACIC se informó como el Ejecutivo Federal tiene planeado combatir el aumento desmedido en precios, con la cual el Gobierno Federal planea invertir, según sus cifras, 1.4% del Producto Interno Bruto para 2022. Y en principio se escuchan bien para la sociedad dichas acciones, sin embargo, resulta aún más atractivo para el Presidente toda vez que le permite de nuevo aparentar una política de apoyo a los que más necesitan, aunque sea por un plazo perentorio y sin solución de fondo.

El problema.

En la década de los 80’s la inflación desmedida fue producto, entre muchos factores, de una total dependencia de la banca central con el titular del Ejecutivo Federal. Por orden presidencial la máquina de hacer billetes no dejaba de trabajar y se inyectaba a la sociedad dinero que daba poder de compra a la población pero que empujaba los precios al alza. Como consecuencia, cuando la demanda es mayor que la oferta los mercados corrigen esta disparidad con incremento en los precios.

Sin embargo, esta nueva inflación que se enfrenta en estos momentos proviene de un monstruo distinto. El alza desmedida esta ocasión deriva de la falta de insumos producto de la caída en producción por la pandemia, aderezada con un problema contenedores y logística entre los productores de los distintos continentes, y la cereza en el pastel llamada guerra entre Ucrania y Rusia. En otras palabras, ahora el problema no está en un excedente de la demanda, sino en una dramática caída de la oferta, y como dice mi padre: “no existe nada más caro que lo que no hay”.

La solución a medias.

El control de precios como medida de mitigar la inflación ya ha sido estudiada por distintos organismos internacionales con resultados negativos por decir lo menos, el utilizar esta herramienta por el Presidente se justifica más por un tema completamente de óptica social más que por la búsqueda de un desarrollo sustentable. Pareciera que hay más interés en darle una aspirina al País en lugar de corregir el problema de fondo. Un estudio publicado en abril de 2020 por el Banco Mundial titulado “Control de Precios: Buenas Intenciones, Malos Resultados” del economista Justin-Damien Guénette, comenta que dichas acciones incluso pueden llegar a frenar la inversión y el crecimiento, empeorar la pobreza y terminar al final con un alto costo fiscal para el país.

El aplicar el control de precios para combatir la inflación sería una solución obsoleta para problemas actuales, que podría incluso crear problemas de mayor magnitud, principalmente en economías emergentes como la mexicana, si es que se utiliza la herramienta sin observar las demás variables económicas.

Los comentarios.

El tratar de controlar los precios manda una señal de distorsión a los mercados. Mientras los precios permanecen estables se protege a los miembros más vulnerables de la sociedad, sin duda, el poder de compra permanece y el consumo se estabiliza. Sin embargo, no olvidemos que si todo el mercado continúa teniendo el mismo poder de compra y lo que no se remedia es la oferta de bienes si no se apoya a los medios de producción, esto puede ocasionar una escasez de productos lo cual pudiera exacerbar el problema y caer en hiperinflación. Situación que ya se ha presentado en el pasado en economías emergentes y países de bajos ingresos.

Pero no olvidemos que alguien tiene que pagar por el subsidio del diferencial de precios y esa es la labor del Gobierno Federal, para sostener esta estabilidad simulada se requieren amplios fondos. Esto genera dos efectos: Una carga fiscal muy fuerte para los gobiernos que deben solventar los costos y una carga mayor a la política monetaria que se ve debilitada por los mercados que continúan teniendo liquidez de manera artificial. En el momento en que los fondos gubernamentales se agoten esto pudiera desencadenar una desbandada de precios.

Por otro lado, el control de precios puede convertirse en un manejo discrecional de los recursos y brindar apoyo a solo un reducido sector productivo de la economía, ¿cómo justificar a que productores apoyar dentro de la canasta básica y cuáles no? Por ejemplo, el trigo no se encuentra en la canasta básica propuesta, que es un producto altamente nutritivo y de consumo primario. Incluso dicho programa de control de precios pudiera generar un serio problema de improductividad, ya que, al garantizar los precios en mercados como el agrícola, se puede estar pagando por las ineficiencias de los productores en lugar de compensar el alza de los productos, además el control de precios demanda una inmensa transparencia del manejo de los fondos fiscales y un estratégico análisis de donde aplicar el apoyo.

Por último, el control de la inflación es responsabilidad de la Banca central, no del Gobierno Federal, el gobierno podrá coadyuvar pero no debe ser quien lleve el volante en este viaje. Banco de México es quien tiene las herramientas adecuadas para controlar la inflación y preservar el valor de la moneda nacional a lo largo del tiempo. Sin olvidar que la independencia de las políticas monetarias de BANXICO se vuelve fundamental para el óptimo funcionamiento de la institución. En otras palabras, para que los precios puedan ser sostenidos se requiere no solo de una sólida y disciplinada política fiscal, sino que tiene que estar en armonía con una política monetaria y esta última sería quien marque las directrices de dichas acciones.

El control de precios propuesto por el ejecutivo puede que tenga en mente el bienestar social, pero no se debe caer en políticas anacrónicas. El utilizar el control de precios para atacar la inflación es una imperfecta comprensión de donde proviene la inflación. El objetivo debe ser una política económica tan robusta que orqueste a todos los elementos de la economía. No se pueden tener soluciones a medias de los problemas económicos del País o estaremos entrando al periodo de consecuencias del cual resultará aún más costoso salir en un futuro.

Lo anterior constituye la opinión particular de su autor.

C.P. Fernando Lechuga Díaz.

Miembro de la Academia Chihuahuense de Estudios Fiscales, A.C.